Carlos 11/10/2018
"No te afanes acumulando riquezas, no te obsesiones con ellas" (Proverbios 23,4).
Cuando en un curso de Lengua y Cultura eslava que seguí hace un tiempo se mencionó a Nikolai Leskov confieso que quedé picado por la curiosidad, ese era un nombre que, hasta ese momento no lo había oído contarse entre los grandes autores rusos como Fiodor Dostoyevski, Lev Tolstoi, Ivan Turgenev, Mikhail Bulgakov, Ivan Goncharov, Nikolai Gogol, Aleksandr Pushkin, Mikhail Lermontov, Leonid Andreiev, Maksim Gorki, y otros. Pero vaya sorpresa la mía cuando investigando a ver que descubría sobre este autor me topé con que Tolstoi declaraba que el mismo "es un escritor del futuro". Admirado por Tolstoi, no tanto por Dostoyevski, en ese momento decidí que tenía que leer a Leskov.
Este es el primer título que leo del mismo y ciertamente no será el último. Quedé fascinado. Confieso que cuando me encontré con este libro, con un título más que curioso, quedé algo desconcertado. ¿Por qué Leskov llamaría a uno de sus personajes con el apelativo de "Lady Macbeth"? Si bien tenía mis sospechas, para lograr degustar la obra en toda su extensión y comprender a cabalidad el título, resolví, como paso previo a la lectura de esta obra, releer el Macbeth del incomparable William Shakespeare. Una vez releído ese maravilloso clásico y habiendo culminado la lectura de esta maravillosa obra de Leskov, estoy en condiciones de extraer todo cuanto encierra el título que designa a esta obra.
Empecemos por el principio. Si existe un sentimiento o quiera dárselo en llamar que domina todas las acciones de Macbeth esa es la ambición, que según la RAE consiste desear algo intensamente, por lo general algo que no se puede tener o que resulta sumamente difícil tener. No estoy tan de acuerdo, como ya lo sostuve en mi reseña de la pieza del bardo, que la ambición sea solo un rasgo característico de Lady Macbeth y que la misma es la que lleva a su esposo a cometer los crímenes que comete, sino más bien, sostengo que estando ya presente la ambición en Macbeth la acción de su esposa contribuyó a potenciar ese sentimiento hasta que, llevado por el mismo, éste cede a la tentación y se deja llevar por el deseo del poder. Algo similar puede decirse de los personajes centrales de esta obra de Leskov.
Tenemos aquí, primeramente, una situación nada inusual en otros tiempos y aún ahora. Un matrimonio formado por un hombre mayor y una mujer mucho menor, un matrimonio en donde no hay amor, un matrimonio en el que el tedio domina las situaciones, tanto que llevado al límite puede forzar el hartazgo. Es cuanto ocurre aquí. Katerina Lvovna (Lady Macbeth) desea amor, sentirse querida, amada, deseada y consentida, ambiciona poseer lo anterior y no lo obtiene de su esposo; antes bien, siente su matrimonio como una jaula que la mantiene presa. Tal como cuando a Macbeth se le presenta la ocasión de llevar a cabo el homicidio del rey Duncan, a Katerina Lvovna se le presenta la ocasión para obtener, al menos temporalmente, aquello que tanto anhela, aunque ello implique faltar a sus votos conyugales cayendo en brazos de otro hombre.
Lo que ambiciona Katerina es el amor que ya ha obtenido y no quiere dejarlo, pero sabe que no podría retenerlo. Así, un pasaje clave para todo lo que sucede luego radica en un diálogo que ésta mantiene con el amante
"- Habla, Seriozha, cuéntame tus penas.
- Pero ¿qué se puede contar? Pues, por ejemplo, primero que tu marido regresará, si Dios quiere, y hale, Serguei Filippych, largo de aquí, vete al patio con los músicos y ponte a mirar desde el cobertizo la vela que arde en el dormitorio de Katerina Lvovna y a ella ahuecando la cama de plumas y echándose a dormir con su legítimo Zinovi Borisych.
- ¡Eso no va a pasar!..."
De este pasaje se desprende el despertar de los planes que luego ponen en ejecución. Considero que aquí el factor desencadenante de los acontecimientos es el amante. El amante es quien actúa aquí como Lady Macbeth en la pieza de Shakespeare azuzando el fuego de la ambición. Si en aquella pieza, Lady Macbeth incita a su esposo a cometer regicidio para acceder a la dignidad real, aquí es el amante quien incita a Katerina (aunque no abiertamente con en aquella pieza) a urdir alguna trama que les permita mantener su unión. Lady Macbeth actúa movida por su propia ambición azuzando la de su esposo; Serguei actúa en base a su propio interés azuzando la ambición de Katerina y aprovechándose del hastío que ésta experimentaba antes de iniciar su adúltera relación.
No considero que sea amor lo existente entre Katerina y Serguei, quizá sí lo sea de parte de ella pero no de parte de él y del devenir del libro apoya mi punto de vista. Tras analizar los elementos presentes en la obra pienso que Serguei vio en Katerina una posibilidad cierta de elevar su sitial en la sociedad ascendiendo de posición social frente a la posición baja que antes ocupara, lo suyo es más bien interés, ello queda claro con el asunto de la propiedad de la herencia. Aquí considero que podrían existir dos explicaciones para el inicio de esa relación que resulta ser determinante para todo cuanto ocurre después: 1) o Serguei vio la posibilidad cierta de obtener una mejora sustancial en sus condiciones de vida o 2) tomó como un desafío la conquista de esa mujer casada, a fin de observar hasta dónde llegaría su virtud (en este caso resulta inexistente). Esto me recordó a un cierto pasaje de Anna Karenina en que uno de los personajes comenta que muchos jóvenes toman como un desafío lleva al adulterio a una mujer casada. Expongo las dos posibilidades puesto que fueron las que se me ocurrieron durante la lectura, empero si debiera escoger me quedaría con la primera. Desde mi punto de vista sin lugar a dudas es el interés el que mueve a Serguei.
Siguiendo con este razonamiento, sería Serguei en esta obra el personaje que pudiera asimilarse a Lady Macbeth y no tanto Katerina. Existe, pues, una crucial diferencia entre Lady Macbeth y Katerina. La primera sucumbe al recargo de consciencia y a la culpa generada por las acciones que incitó, cumpliendo la máxima de Polibio ("No existe testigo más terrible ni acusador más severo que la propia consciencia"), de ahí el suicidio cometido por ésta cuando las alucinaciones generadas por la culpa y el recargo de consciencia ya no le permitieron continuar. Empero, Katerina mantiene su altivez hasta el momento en que se quita la vida, ello se percibe netamente en el desparpajo con el que confiesa los crímenes cometidos y la razón por la cual lo hace.
Dice la contratapa de este libro que esta "Lady Macbeth" no actúa llevada por una desmedida ambición sino por un amor apasionado". Me perdonará el editor pero eso no es amor, sino más bien podría tacharse de obsesión, aunque pudiera pensarse que sus sentimientos son genuinos. Dice además que, "quizá por ello, a pesar de sus crímenes el lector no puede evitar entender su sufrimiento", me perdonará el editor una vez más pero nada justifica tomar vidas como lo hace este personajes, así como no se justifican los crímenes cometidos por Macbeth y esposa. Un homicidio es siempre un homicidio, salvo que existan circunstancias especiales que lo priven del carácter ilegal, y sus sufrimientos únicamente son el resultado de sus decisiones equivocadas. Esto me recuerda en algo a Ron Williamson, cuya historia relata John Grisham en su excelente libro El inocente.
El sufrimiento de Katerina no fue ocasionado por un esposo que no le daba amor, no fue ocasionado por la vida, o por el destino o por cualquier cosa que no se ella misma. Su sufrimiento deriva de las decisiones que tomó y del camino que escogió emprender, uno debe ser lo suficientemente maduro para asumir las consecuencias de las decisiones que tomamos, de las acciones que realizamos e incluso de nuestras omisiones, ya que nuestro devenir depende de ellas. Aquí considero de suma pertinencia traer a colación un excelente poema de Amado Nervo titulado En paz:
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Antes de finalizar quisiera destacar la excelente calidad de esta edición de Nórdica Libros con traducción de Marta Sánchez-Nieves e ilustraciones de Ignasi Blanch, desde el papel en que está impreso, el armado, la maquetación, las ilustraciones, todo conduce a un disfrute único que magnifica lo bello que esta obra tiene en sí misma.
Cada uno construye su camino, cada uno construye su destino. Quien se pierde lo hace por su propia mano. Katerina no me merece empatía alguna.
La calidad de la obra es altísima, tanto que Leskov se ha ganado mi admiración y mi respeto. Ya volveremos a vernos Nikolai Semionovich. La pulga de acero, espérame.
Lectura absolutamente recomendada. 5 estrellas sin duda alguna.