El colegio está a diez minutos de camino y todavía se ven grupos de chicos desperdigados por los alrededores. Los mayores pasan fumando y las chicas se han soltado el pelo y recogido la falda. El profesor ha subido al bus, se sujeta del pasamano y se pierde en el vértigo de emociones que ha vivido en el colegio. Busca nombrar con precisión esa mezcolanza de sentimientos - descubrimiento, ilusión, desegaño, lealtad... - y empieza a tener la seguridad de que la escuela es un lugar de exaltación para la memoria y, en consecuencia, territorio de privilegio para la literatura.