Alejo Carpentier siempre se mostró remiso a las confesiones personales; nada se sabía de algún diario íntimo hasta que, entre los documentos conservados en su casa apareció, cuidadosamente mecanografiado, este texto singular que, escrito en Caracas entre 1951 y 1957, responde a una profunda necesidad de encauzar sus angustias en una de las más fecundas etapas de su creación literaria. Sieguiendo el día a día de estas páginas el lector sabrá de la diversidad de sus lecturas, de la música, de la batalla por librarse de tareas que lo consumen, así como de alguna mirada a sus contemporáneos y de ciertas anécdotas algo picantes.
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