La memoria, el olvido, el perdón y la venganza, conectadas a otras realidades: verdad, reparación, duelo, culpa, etc., son tema actual en muchos lugares del mundo, donde los intentos de poner fin a las expresiones desmedidamente violentas de los conflictos han tenido lugar. Desde el proceso de Nuremberg, pasando por los conflictos más recientes de Europa Oriental, Ruanda, Sudáfrica, Guatemala, El Salvador, Chile, Argentina, Colombia, se multiplican las comisiones por la memoria, por la reconciliación,por los desaparecidos, por el esclarecimiento histórico y hasta por la verdad. Se reabren procesos, se erigen museos, se dictan y derogan leyes de olvido y punto final. La vigencia de estos hechos parece señalar que, más allá de estos cambios introducidos por el derecho internacional, hay algo de lo cual no es tan sencillo deshacerse, algo que retorna e insiste.
Tanto en la teoría como en la práctica psicoanalítica las cuestiones sobre qué olvidar, qué recordar y cómo hacerlo, han tenido siempre una vigencia fundamental. ¿Es realmente asunto de olvido? ¿Qué hacer con lo irrecuperable? ¿Todo podrá ser inscrito? Se trata de preguntas necesariamente implicadas en el proceso de un sujeto o de una sociedad que busca hacer algo con su malestar, con aquello que en ocasiones no da tregua y resurge, bien como eso inolvidable siempre manifiesto, , bien como silenciosa presencia de lagunas mnémicas.