Comocreo que la escritura es un oficio en buena medida colectivo y que cada voz individual debe buscar su entroque generacional, he queridoque este libro sea un puente entre los míos y los de Alfredo Molano, también él colombiano, concuentón, testigo de las mismas guerras y cronista de similares bregas. Con su autorización, he entreverado en mi textouna docena de líneas que son de suautoríaque sus lectores sabrán reconocer.