El caso nos lo dieron a nosotros, en vez de a la brigada de robos, porque, cuando alguien resulta herido o muerto durante un atraco, el asunto concierne a los de homicidios. El incidente tuvo lugar en una pequeña joyería, en la manzana 800 de la avenida Franklin. Todas las tiendas en esa zona son pequeñas; la mayoría, negocios de una o dos personas. La joyería estaba encajonada entre una casa de empeños, a un lado, y una peluquería, al otro. En las letras doradas del escaparate de cristal blindado se leía: Bruer y Benjamín, Joyeros. Un coche de la brigada se hallaba estacionado enfrente, y un joven policía musculoso, de uniforme, permanecía quieto, en la acera, delante de la puerta de la tienda.